Como dijeron los Mocedades: no estoy hablando yo.
Primero aparece una sospecha, luego una certeza pero la certeza no arregla las cosas. Y hay culpabilidad por sentirse alharaca y por no hacer suficiente ejercicio que es algo que podría aliviar un poco el problema.
Esto es ser mujer. Cuando no estoy en los momentos de posesión lo agradezco y, fascinada, dicto una clase bella y pretenciosa sobre los entendimientos femeninos de la mente y el cuerpo .
Pongo el fútbol, magia redentora, pero se acaba el partido y veo úteros sangrantes en el Test de Rorschach, es el momento en el que sé que esto nunca lo superaré.
Llegan las otras penas de visita y se quedan por más tiempo que el que me gustaría, como esos amigos solos que nunca se van de la casa después de un carrete y hay que poner una escoba en la puerta cuando finalmente se marchan.
Quizás debería probar con la hospitalidad, con tener un corazón abierto porque esta inmigración descontrolada no se va a detener. Emociones venezolanas déjenme en paz, o por último tratemos de ser amigas. Mi tregua son estas palabritas. Es lo único que me sale a esta hora de la noche. Mi blogcito es la ofrenda. Tengan piedad.