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¡Tú empezaste! A propósito del realismo en Anna Karénina

Entró en la pista, procurando no mirar a Kiti sino a largos intervalos, como hacen los que temen mirar al sol de frente. Pero como el sol, la presencia de la joven se sentía aún sin mirarla.

Hay quienes dicen que la vista es el más engañador de los sentidos, con sólo una mirada ya es posible delinear lo que se presenta ante nosotros, darle nombres a las cosas, hacer de lo externo un mapa tridimensional incuestionable. Sin embargo, es posible que todos los sentidos sean igual de engañosos, especialmente cuando estamos frente a acontecimientos extáticos, trascendentales. Te enamoras de alguien y aunque lo toques, lo escuches, sientas su olor, le pases la lengua, nunca será suficiente para el deseo divino que te invade, que te hace desear fusionarte con él, morir con él.

¿Qué es lo que me pregunto? Me pregunto acerca de la relación de la divinidad con las diversas creencias de los humanos. Me pregunto acerca de la manifestación general de Dios a todo el mundo con todas esas nebulosas. ¿Qué hago, pues? Se me revela a mí personalmente, a mi corazón, un conocimiento indudable, que no puede alcanzarse por medio de la razón, y yo me obstino, en cambio, en expresarlo con razonamientos y por medio de palabras.

La característica clave de estos eventos es que exceden lo sensorial, si tenemos la certeza de que están ocurriendo es debido a percepciones de otro orden que está ligado principalmente a alteraciones de la conciencia. Esto también ocurre en rituales religiosos o al acceder mediante el atajo de las sustancias alucinógenas.

Notaba que Vronski y Anna se sentían solos entre la multitud de aquel salón. Y el rostro de Vronski, siempre tan resuelto y sereno, reflejaba ahora aquella expresión sumisa y atemorizada que la había impresionado tanto, semejante a la de un perro inteligente cuando se siente culpable.

El realismo artístico entonces, emerge como una aproximación apropiada para la exploración del momento extático, al menos como una aproximación superior a la de los razonamientos que siempre terminan siendo insuficientes ante estos desafíos místicos pero cotidianos. Un chico te mira con cara de perrito sumiso en medio de una fiesta y todo empieza a confluir.

“¿Acaso no puedo vivir sin él?” Y sin contestarse a esa pregunta se puso a leer los rótulos de los establecimientos. DESPACHO Y DEPÓSITO, DENTISTA…

Es paradójico de explicar: lo que propongo es un rechazo a las descripciones sensoriales explicativas, mi planteamiento es la búsqueda de las narrativas realistas que contienen lo extático casi sin querer. Hoy no dudo en afirmar que es mi tipo de arte favorito, por su accesibilidad y falta de pretensión por supuesto, pero principalmente por su naturaleza milagrosa.

“Seguiré enfadándome contra el cochero Iván, seguiré discutiendo, expresaré inoportunamente mis ideas, continuará erigiéndose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso me sucederá eso con mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos y arrepintiéndome de ello, seguiré rezando sin que mi razón comprenda por qué lo hago. Pero ahora toda mi vida, cada minuto de mi vida, independientemente de lo que pueda ocurrirme, no carecerá de sentido como antes. ¡Ahora poseerá el sentido indudable del bien que soy capaz de infundir en ella!”

Considero que el realismo expande nuestra visión del mundo porque invita a que participemos de éste, contrario a posiciones que intentan traducir o aterrizar los aspectos sagrados de la vida, deviniendo en nihilismos callamperos y pasados a raja que ni siquiera son innovadores, que censuran la posibilidad de lo mágico, que son una lata. ¡Siempre se puede hacer algo!

Estamos en medio de una multitud
y tu carita es el sol
vamos a leer Ana Karénina
para sentirnos mejor.