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Cryptography as digital seduction

En mi opinión, el mejor libro de Jean Baudrillard es De la Seducción, es un trabajo que se escapa de las críticas que le han hecho al francés sobre enfocarse en generalizaciones y abstracciones. Al adoptar como objeto de estudio la seducción y sus estrategias, Baudrillard logra interceptar asuntos que si bien son emocionales, no escapan de una materialidad evidente que es la que brindan los comportamientos propios del cortejo.

Desde esta perspectiva, el capítulo mejor logrado es El Secreto y el Desafío, sección en la que el autor se detiene en la naturaleza de lo secreto. Mi propuesta es entonces, en este breve texto, establecer paralelos entre el secreto seductor y la criptografía digital.

Hace unos años armé un análisis comparativo similar entre la cultura hacker y el chamanismo, algunos aspectos de aquel examen pueden conectarse con el texto de Baudrillard: lo más evidente es la manera en la que el secreto seductor toma su fuerza desde el juego, lo que el autor define como «la seducción del desafío», esto es cubierto ampliamente en las etnografías de las comunidades hacker y cómo estos grupos gravitan desde estéticas incluso humorísticas hacia desafíos tipo catch the flag en los que los hackers se reúnen (muchas veces en persona) para resolver ejercicios de ciberseguridad donde se promueve la detección de vulnerabilidades ya sea en software o hardware. Al asistir a este tipo de evento, es innegable la sensación de vértigo que se produce en estos espacios, es por esto que en mi investigación anterior comparé la instancia de la conferencia hacker con el éxtasis del ritual chamánico.

¡Qué entretenido es tener secretos! Baudrillard los define como una cualidad seductora iniciática, como aquello que no puede ser dicho porque simplemente no tiene sentido. Un secreto, de cualquier tipo, inevitablemente cambia la relación que se mantiene con la otra persona, se crea una intensidad entre las dos partes que se puede definir como “el secreto del secreto”. Lo mejor es el tipo especial de privacidad que se crea entre quienes mantienen este secreto: yo podría en este texto hacer una lista de todos los secretos que mantengo con mi esposo, con mis amigos, sin embargo éstos serían de escaso atractivo para el lector, muchos de estos secretos serían inentendibles, como leer una huella digital de correo electrónico encriptado, pero, sobre todo, los secretos listados no podrían transmitir aquella intensidad extática que se experimenta entre las personas que comparten un secreto.

Baudrillard dice que la seducción no se detiene nunca en la verdad de los signos, sino en el engaño y el secreto, inaugurando un modo de circulación codificada y ritual, una especie de iniciación inmediata que sólo obedece a sus propias reglas del juego. Esta tesis permite hacer un paralelo con la práctica criptográfica, específicamente con las llaves tipo PGP que son usadas para descifrar los mensajes y archivos encriptados. Tanto seducción como criptografía son instancias de intercambio alusivo, ritual e intencional. Cuando Baudrillard afirma que ser seducido es ser desviado de su verdad al mismo tiempo que seducir es apartar al otro de su verdad, lo que describe es básicamente un estado alterado de la conciencia, en el cual, tal como en el éxtasis de la ceremonia chamánica, dejamos de centrarnos en las lógicas del mundo porque estamos creando nuestras propias cosmologías y sencillamente enloquecemos. Estar enamorado es de hecho una prolongación sostenida de este estado alterado de la conciencia, un universo compartido de signos secretos que funcionan como un código descifrable sólo para quienes conocen las llaves confidenciales.

En la seducción y en la criptografía llevamos al otro al terreno de nuestra propia fuerza pero también al terreno de nuestra propia debilidad, son dos caras de una misma estrategia fascinante porque contiene materialidad: no hay abstracciones ya que se inauguran alianzas concretas y verificables. Por otro lado, el poder de esta materialidad radica en quedarse callado: no revelar ni enunciar aquello que nos emociona, lo cual tampoco tendría sentido porque una tercera parte no habría participado del lento proceso seductor/criptográfico, esta tercera parte accedería simplemente a una versión fome del universo secreto.

Nunca una invitación: un envite
Nunca un contrato: un pacto
Nunca individual: dual
Nunca psicológico: ritual
Nunca natural: artificial