En el capítulo de anoche de Game of Thrones, Brienne contaba la historia de por qué había decidido servir a Renly Baratheon.
Pasó que cuando Brienne era chica su papá la presentó en sociedad para encontrarle marido, ella, grandota y ahombrada no quería participar del evento pero la obligaron.
En la fiesta todos los cabros querían bailar con ella, se peleaban, le ofrecían matrimonio. Brienne no daba más de felicidad, se miraba con su padre y se sonreían por lo bien que estaba saliendo todo.
Pero Brienne alcanzó a escuchar a escondidas a algunos de los invitados riéndose de ella, de lo fea que era. Todo era una broma.
Brienne lloraba destrozada hasta que llegó Renly, ultra-mino hermano del rey. Le dijo párate y sé digna y que no llorara por esos sacos de huea.
Y Renly la sacó a bailar. Todos quedaron impactados porque ese hombre hermoso deseaba estar con esa mujer tan poco femenina. Si los pobres tipos de la broma planeaban un remate, éste no se realizó.
Me cargó la explicación en un principio. No me gustaba que una de las mujeres de la serie que más defiende sus derechos y su dignidad debiera su inspiración a una historia digna de comedia adolescente.
Después cambié de opinión.
Porque hacer como que las violencias cotidianas no te afectan es una mentira, por muy tontos que sean sus fundamentos. Claro, si te educas, llega un momento donde prácticamente ya no te preocupas de los hombres ni de lo pensarán de ti, pero la mayoría de las mujeres crecemos en un entorno donde el fracaso en el amor romántico es el terror más enorme. Y si uno se detiene un poquito se hace evidente que “amor romántico” significa matrimonio, familia y sumisión.
Tras la fiesta esa, Brienne tomó un camino no tradicional en el que no le importó que le dijeran fea, amargada, camiona, qué se cree esta mujer haciendo cosas de hombre (¿Suena familiar no?). Terrible hubiera sido que, al saberse indeseable, se buscara un hombre feo, penca y poca cosa, un peor es ná ¿Y cómo no agradecer de por vida el haber sido rescatada de ese triste destino?
Más significativo aún es que quien la rescató haya sido Renly Baratheon, homosexual.
Pocos son los hombres heterosexuales que ven con claridad las trampas del matrimonio y las estructuras familiares, no lo ven porque es una estructura en la que son los privilegiados ¿Desarrollarme profesionalmente mientras en casa tengo una esclava que me atenderá el resto de mi vida? ¿Qué tiene de malo?
En la capacidad de visualizar esas trampas y de celebrar con alegría el escape de éstas, se fundamentan millones de amistades entre mujeres y gays. El hombre blanco se ha dedicado a mirar con desprecio estas relaciones, burlándose y tratándolas de superficiales, ignoran o prefieren ignorar la profunda solidaridad que representan los vínculos sólidos entre dos personas de grupos históricamente marginados. Si le agregamos un componente de clase, el lazo en términos de significado político puede ser más potente aún.
Estas son las alianzas que harán la revolución. No las izquierdas históricamente machistas.