Llevo años suscrita a la New Left Review, si bien sus contenidos toda la vida han sido bastante fomes (la izquierda nunca ha sido divertida), me pareció importante apoyarlos como proyecto comunicacional y político.
Ahí estaba yo recibiendo mis revistitas periódicamente, leyendo juiciosa para aprender cosas nuevas y para estar actualizada de la política global. Hace un par de años por ejemplo leí un artículo excelente sobre el Sahel escrito por Rahmane Idrissa, tampoco me molestaba leer los frecuentes ensayos de David Harvey sobre capital y superávit. Sin embargo las cosas cambiaron cuando en un artículo sobre el proceso constituyente chileno, una tal Camila Vergara responde esto en una entrevista:
La desconexión con la realidad era descarada, pusieron como experta a una persona que no podía estar más perdida, que jamás anticipó la derrota electoral estrepitosa del proyecto constitucional diseñado por la izquierda chilena. Desde entonces he perdido toda la confianza y cada vez que me llega un nuevo número de la New Left Review no puedo evitar pensar que todos sus colaboradores y entrevistados pertenecen al típico perfil de izquierdista cuico con posgrados que en realidad no tiene idea de nada. Que los reportes que producen respecto a sus países son tan incorrectos como los de la chilena que juraba que sabía lo que votaría el pueblo, que aprobar era un “no-brainer”.
No me queda otra que cancelar mi suscripción. Lo peor de todo es que es tan lindo recibir una revista física periódicamente, seguir la continuidad de ciertas temáticas, ver todos los números ordenaditos en el librero, no tener que lidiar con el asqueroso internet. Pero supongo que parte central del contrato con un medio de comunicación es la confianza en que el medio está haciendo un trabajo riguroso y honesto, si aquello no se puede garantizar se vuelve inevitable sentir que te están tratando como un tonto. En este caso que estás de espectador cautivo de un circuito político elitista embriagado de mediocridad y vanidad.
Izquierdistas, ustedes son la verdadera desinformación.