La aproximación teórica de la interseccionalidad ha sido un gran aporte para el estudio de las discriminaciones. Intentando una definición se podría decir que la interseccionalidad es un modo particular de entender el domicilio social de determinados individuos o grupos en una red sistemática de opresiones que funcionan en dominios estructurales, disciplinarios, hegemónicos e interpersonales. Me gusta el concepto porque ha superado la interpretación derrotista posmoderna y permite articular activismos críticos.
Patricia Hill Collins es un referente claro al estudiar interseccionalidad. Su libro Black Feminist Thought (que es excelente y que cité para hablar de música y mujeres hace un tiempo) expresa con claridad cómo el feminismo negro es interseccional en el sentido que no obedece sólo a la discriminación de género sino que es atravesado por otros componentes discriminatorios como la raza, la clase y un montón más.
El ejemplo del feminismo negro se puede extrapolar con facilidad a otras condiciones de opresión y en este breve texto quiero hacer ese mismo ejercicio pero desde la pobreza.
Chile es un país donde la multiplicidad de opresiones es de locos, vivimos en lo que debe ser una de las sociedades más clasistas del mundo, donde miramos dos segundos a una persona y ya podemos localizarlo socioeconómicamente. En Chile ser pobre, verse como pobre es una tragedia pero eso no quiere decir que la pobreza no intersecta con otras formas de opresión.
Me da mucha rabia cuando hay que tenerle pena y aceptarle todo a un pobre. Recuerdo una discusión con una persona con estudios de posgrado que me decía que estaba bien que entre fanáticos del Colo Colo y la U se llamaran “zorra” o “madre” porque era una tradición centenaria popular el humillarse tratándose como mujeres. O el caso del futbolista que choca curado y se niega a ser tratado como un ciudadano común haciendo valer un privilegio social que su plata y posición le confieren de una forma indistinta a los delincuentes del caso Penta cuando piden tratos especiales. La gallada apoya al futbolista y sectores de izquierda mencionan que el tipo viene de un contexto de vulnerabilidad social por lo que hay que entenderlo.
El corazón de la teoría de la interseccionalidad radica en lo incompleto del intento de derrotar opresiones por sí solas porque emergen tarde o temprano sectores privilegiados que traicionan a los oprimidos iniciales. Es el caso que menciona Simone De Beauvoir en El Segundo Sexo donde las mujeres de clase alta no se inscriben en la lucha feminista porque privilegian su posición social.
Lo digo como persona pobre: no sirve de nada reivindicar la identidad pobre sin estar consciente de las redes de privilegio que atraviesan nuestra existencia en este universo neoliberal discriminador por definición. Es fundamental identificar nuestras opresiones, como dice Terry Eagleton esa es la clave para nuestra emancipación. Pero un pobre reconvertido en millonario que usa sus privilegios de millonario para ejercer una superioridad que sólo le sirve a sus pulsiones individualistas y burguesas no nos aporta nada a quienes estamos por la conciencia de clase e imaginamos un mundo solidario.