viernes, octubre 31, 2014
Rescato esta frase de Simone Weil y su marxismo místico en estos días de vacaciones donde más encima leo El Color Prohibido de Yukio Mishima, una novela donde la belleza ocupa un lugar extremadamente provocador.
Shunsuké, un viejo culeado, reflexiona sobre «lo fea que es la felicidad» indicando con sutileza esa tendencia a derretirnos por lo incorrecto y de cómo lo incorrecto nos parece bello. Así volvemos a la idea de Weil de la belleza para sobrevivir a la monotonía.
¿No es acaso bella esta escena?
El estudiante se desabrochó los botones de la pechera y siguió fumando, tendido en el futón y apoyado en un codo. Cuando el ruido de las pisadas se hubo desvanecido, se irguió como un joven perro de caza. Era un poco más bajo que Yuichi. Éste había permanecido en pie, indeciso, y su acompañante le rodeó el cuello con una mano para besarle. Se besaron durante cinco o seis minutos. Yuichi deslizó la mano bajo la chaqueta de Suzuki. El corazón le latía con fuerza. Se separaron y, dándose la espalda, procedieron a desvestirse de una manera frenética.
Y con esta escena yo no ilustraría la felicidad. La felicidad es hablar y reír mientras que en Mishima «la verdadera belleza impone el silencio».
viernes, octubre 10, 2014
Imperceptibles las nubes se mueven y van a chocar
PAF suena el choque que es mejor ignorar y seguir en lo propio porque mal que mal has estado una canción entera dialogando íntimamente con uno de los hombres más atractivos de Chile.
El discurso amoroso opera con la existencia de nubes, nubes que ensombrecen el humor igual que la menstruación pero que con honestidad se soportan sin destruir la fantasía que se arma alrededor del romance. Porque la opción de escapar abre paso al enfrentamiento con el mundo atónito, al enfrentamiento con la desrealidad de llamadas telefónicas que no llegan, tiempos muertos y arrepentimientos. El mundo está petrificado para el que se enamora y no se puede soñar. Es mejor entrar a la alucinación, perdonar, ser invisible, dejar guiar por la luna nuestra frágil dirección. El resto es vanidad.
«Hay sin embargo nubes más sutiles; todas las sombras tenues, de causa ligera, incierta, que pasan por encima de la relación, cambian la luz, el relieve; hay de repente otro paisaje, una ligera embriaguez negra. La nube entonces no es más que esto: algo me falta«.
Todo lo anterior es para decir que quiero bailar esta canción con un chiquillo bonito y que al final nos demos un beso y que no importe nada.
Anotaciones de Roland Barthes – Fragmentos de un Discurso Amoroso, los apartados DESREALIDAD y NUBES
«Ella era entendida y sabía que el carácter amoroso se cifra de algún modo en las cosas sin importancia. Una mujer instruida puede leer su porvenir en un simple gesto».