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Sorcerer

La usabilidad arruinó la computación y no lo digo de nostálgica. Es paradójico pero en la criptografía encontramos comunidad, es como el lenguaje secreto que se tiene con la persona amada, como las historias graciosas a las que volvemos una y otra vez con nuestros amigos. Si piensas lo mismo que yo es porque somos una distribución descontinuada.

¡Tú empezaste! A propósito del realismo en Anna Karénina

Entró en la pista, procurando no mirar a Kiti sino a largos intervalos, como hacen los que temen mirar al sol de frente. Pero como el sol, la presencia de la joven se sentía aún sin mirarla.

Hay quienes dicen que la vista es el más engañador de los sentidos, con sólo una mirada ya es posible delinear lo que se presenta ante nosotros, darle nombres a las cosas, hacer de lo externo un mapa tridimensional incuestionable. Sin embargo, es posible que todos los sentidos sean igual de engañosos, especialmente cuando estamos frente a acontecimientos extáticos, trascendentales. Te enamoras de alguien y aunque lo toques, lo escuches, sientas su olor, le pases la lengua, nunca será suficiente para el deseo divino que te invade, que te hace desear fusionarte con él, morir con él.

¿Qué es lo que me pregunto? Me pregunto acerca de la relación de la divinidad con las diversas creencias de los humanos. Me pregunto acerca de la manifestación general de Dios a todo el mundo con todas esas nebulosas. ¿Qué hago, pues? Se me revela a mí personalmente, a mi corazón, un conocimiento indudable, que no puede alcanzarse por medio de la razón, y yo me obstino, en cambio, en expresarlo con razonamientos y por medio de palabras.

La característica clave de estos eventos es que exceden lo sensorial, si tenemos la certeza de que están ocurriendo es debido a percepciones de otro orden que está ligado principalmente a alteraciones de la conciencia. Esto también ocurre en rituales religiosos o al acceder mediante el atajo de las sustancias alucinógenas.

Notaba que Vronski y Anna se sentían solos entre la multitud de aquel salón. Y el rostro de Vronski, siempre tan resuelto y sereno, reflejaba ahora aquella expresión sumisa y atemorizada que la había impresionado tanto, semejante a la de un perro inteligente cuando se siente culpable.

El realismo artístico entonces, emerge como una aproximación apropiada para la exploración del momento extático, al menos como una aproximación superior a la de los razonamientos que siempre terminan siendo insuficientes ante estos desafíos místicos pero cotidianos. Un chico te mira con cara de perrito sumiso en medio de una fiesta y todo empieza a confluir.

“¿Acaso no puedo vivir sin él?” Y sin contestarse a esa pregunta se puso a leer los rótulos de los establecimientos. DESPACHO Y DEPÓSITO, DENTISTA…

Es paradójico de explicar: lo que propongo es un rechazo a las descripciones sensoriales explicativas, mi planteamiento es la búsqueda de las narrativas realistas que contienen lo extático casi sin querer. Hoy no dudo en afirmar que es mi tipo de arte favorito, por su accesibilidad y falta de pretensión por supuesto, pero principalmente por su naturaleza milagrosa.

“Seguiré enfadándome contra el cochero Iván, seguiré discutiendo, expresaré inoportunamente mis ideas, continuará erigiéndose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso me sucederá eso con mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos y arrepintiéndome de ello, seguiré rezando sin que mi razón comprenda por qué lo hago. Pero ahora toda mi vida, cada minuto de mi vida, independientemente de lo que pueda ocurrirme, no carecerá de sentido como antes. ¡Ahora poseerá el sentido indudable del bien que soy capaz de infundir en ella!”

Considero que el realismo expande nuestra visión del mundo porque invita a que participemos de éste, contrario a posiciones que intentan traducir o aterrizar los aspectos sagrados de la vida, deviniendo en nihilismos callamperos y pasados a raja que ni siquiera son innovadores, que censuran la posibilidad de lo mágico, que son una lata. ¡Siempre se puede hacer algo!

Estamos en medio de una multitud
y tu carita es el sol
vamos a leer Ana Karénina
para sentirnos mejor.

Letrista

Ella no es poeta mas entiende la poesía, después de todo, es chilena. 

Hay un montón de quejas sobre la mesa pero son las más avanzadas porque ella advierte lo elemental antes que los demás. 

El lenguaje es directo, después de todo, ella vive en Holanda. 

No para de pensar, principalmente sobre ella misma, sólo con breves interrupciones para beber té de jengibre o para escribir en su diario de vida cada atardecer. 

Una biblioteca enmarca su retrato egocéntrico: lo puedes llamar adivinación, lo puedes llamar tecnología avanzada, sin embargo son sólo letras de canciones. 

Canciones sobrenaturales, síntesis sobrehumana, superficialidad celestial, después de todo, ella está enamorada. 

Camina bajo el sol junto a su hombre, se siente como el compositor californiano que apenas puede esperar por la vida idílica que se cristaliza ante sus ojos. 

Mientras tanto los egos gigantes desfilan en el distrito marítimo y los barcos flotan con dificultad.

¿Temor? ¡En absoluto! Jesús nos enseñará a caminar sobre el agua. 

Mi voz se ha convertido en oro mientras el planeta tiembla, los idiomas desaparecen y yo te ofrezco mi mano. 

Estamos llegando juntos al momento de la verdad absoluta y lo hacemos con canciones.

Después de cuatro años siendo profesora

Cuatro años que se acabaron. Con inmensas satisfacciones profesionales y personales, sin embargo también con frustraciones importantes: la incomodidad de hacer la misma clase por cuarto año consecutivo, colegas desprovistos de entusiasmo que llevan décadas en la institución, la prevalencia de las agendas al momento de diseñar los currículum, y sobre todo la convicción de que es casi imposible propagar el arte en semejante contexto.

Durante el período en que estuve haciendo clases estuve principalmente encargada de estudiantes de tercer año de un total de cuatro años de pregrado. Una vez tuve que cubrir un curso de primer año, chicos recién llegados a la academia de arte. Me sorprendió todo lo que tenían que decir, su ardor, las ideas nuevas. En ese momento me di cuenta cómo la pasión iba disminuyendo con el tiempo y moldeándose a las ideas impuestas por la academia y por los profesores, ideas por lo general del neoliberalismo de izquierda que hoy es el requerido en el entorno del financiamiento de las artes, esto es temáticas como la diversidad, las identidades que exacerban lo individual, reflexiones genéricas sobre ecología, entre otras. Resultaba evidente la conexión con el pedagogo español Samuel Gili Gaya definiendo la escuela como “engañadora de esperanzas y matadora de realidades en la criatura”.

Pero lo intenté y fui inmensamente feliz en varias oportunidades, fui recompensada con la lealtad incondicional de ciertos estudiantes que incluso colaboraron conmigo en mis propios proyectos artísticos, con la gratitud de padres que sabían de mis clases. Decía Gabriela Mistral “cuando yo he hecho una clase hermosa, me quedo más feliz que Miguel Ángel después del Moisés”. Aquellas fueron mis clases revisando Politics and the English Language de George Orwell o mi clase sobre place hacking en la que entrábamos a hurtadillas en los edificios de Rotterdam para contemplar la ciudad desde alturas inaccesibles.

Supongo que desaconsejaría a un joven recién salido del colegio respecto a entrar a una escuela de arte, difícilmente lo beneficiaría en términos económicos ya que todos son pobres en el circuito y seguro que tampoco sería un gran aporte en el desarrollo de su práctica, primero porque ésta se puede avanzar de forma autodidacta y segundo porque tendría que someterse al lavado de cerebro que describí que sólo lo llevaría a un lugar sin emociones genuinas que son las que al final del día nos producen el estremecimiento que tanto amamos de las obras artísticas.

Esta semana los estudiantes volvieron a clases, los observé a distancia, conversaban entre ellos, vestían su ropa horrible, miraban sus celulares. Jóvenes encerrados en una burbuja extremadamente alejada de la vida de las mayorías, un lujo sin duda pero utilizado de una forma yerma porque no aprovecha el privilegio de estar cuatro años sin obligaciones sustanciales para transmitir la intensidad del alma, por el contrario, aquellos cuatro años son dedicados a un entrenamiento aburridísimo para subsistir en un entorno banal que sólo propaga el proyecto neoliberal.

 

Oración de la Maestra
Gabriela Mistral

¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé.

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.



Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.



¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.

Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!

Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las escuelas ricas.



Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor.

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que encontrar un progresista que no sea jalero

Yo quedo como Jarvis Cocker, no del todo segura si están bromeando conmigo cuando me dicen que quieren que participe en sus esfuerzos para conseguir un mundo “descolonizado” y “despatriarcalizado”. Mientras tanto las bolsitas con cocaína pasan de mano en mano y el pudor al aspirar es escaso. Me hablan de sus proyectos que intentan combatir el cambio climático mediante intervenciones artísticas y columnas de opinión.

Amsterdam, California, Ñuñoa. Necesitan que Latinoamérica esté destruida por el narcotráfico.

Espacios sagrados

Abul Hisham es pintor, es de Kerala y es una de las personas más talentosas que he conocido en mi vida. Mediante su oficio es capaz de capturar instantes y luego exponer aquellos momentos mundanos en espacios sagrados. De esto se trató su última presentación en los Open Studios de la Rijksakademie donde convirtió su estudio en un lugar donde lo profano quedaba en pausa mediante la exhibición de sus pinturas y de hermosos trabajos en madera.

Yo ya llevo años enredada en los estudios religiosos, principalmente en la universidad, leyendo a Eliade, Kandinsky, Mistral, Tarkovsky y tantos otros, esto hace que mis espacios sagrados estén cargados de teoría y pensamiento, muy distinto al caso de Abul que simplemente despliega la sacralidad porque, bueno, es un genio y no necesita estar como yo gritando las cosas a los cuatro vientos.

Una tarde descubrimos que nuestros cumpleaños están exactamente en los extremos opuestos del calendario, él el 14 de octubre y yo el 14 de abril, Abul me dijo “Ah! That’s why we are attracted to each other!”, entonces pensé en todas las veces en que él se ha interesado por mis asuntos: por las cosas que leo, cuando dice que soy una intelectual, la vez que me trató de cyborg, cuando me ha dicho “ah cómo estai Danae, tú siempre ahí con tus libros”. En esos momentos me daba risa que aquella fuera la imagen que él tiene de mí. Este hombre, que es verdaderamente un genio, me quiere y me cristaliza como una mujer que lee y que piensa. Quizás si me pintara me retrataría con un libro bajo el brazo.

Todo esto me lleva a concluir que mi espacio sagrado es la escritura, también los libros y lo que saco de ellos. Por mucho tiempo pensé que yo era la filosofía y Abul la religión y que ambos espectros estaban en oposición. Una vez sentí mucho miedo tras recomendarle varios libros para leer y después rumbo a mi casa me imaginaba que con el acceso a la perdición de la teoría su genialidad se deshacería para siempre y se pondría a hacer ese arte pésimo con agenda y explicaciones hueonas que invade todo el circuito estos días. En esa ocasión corrí a buscarlo al día siguiente para suplicarle que no leyera nada pero él me supo tranquilizar, entendió mi preocupación pero me aseguró que no se corrompería con las lecturas y que su arte estaba protegido. Le creí absolutamente todo porque vi en él la comprensión total que tiene de la trascendencia y de cómo la hace aparecer en su trabajo. Ahora entiendo que si bien estamos en oposición, religión somos los dos, somos pura transparencia el uno con el otro. Yo soy el pensamiento apasionado y él es el hechicero que me hace ver las cosas con simpleza y claridad. Él es el camino a la síntesis que no dejo de buscar.

Hoy día me morí y nadie se dio cuenta

Rosita la Inocente fue al taller mecánico de pura casualidad
porque necesitaba recoger un encargo.
No esperaba sorprenderlo trabajando, él estaba debajo de un auto,
entre fierros, aceite negro y agujeros.
Cuando se dio cuenta de la presencia de Rosita
se deslizó raudo, se sacó los guantes y se levantó para saludarla con una sonrisa.
Tenía su overol en la cintura
entonces Rosita
podía ver todo su torso flaco y muscular
sin una gota de grasa.
Con suavidad él inclinaba su cabeza para conversarle
y ella miraba sus clavículas marcadas.

Debería darme tranquilidad estar frente a un hombre hermoso y amable. Pero lo que verdaderamente me pasa es un vértigo con el que me muero de miedo porque de forma automática me convierto en el diablo. Aparecen las ganas de hacerle daño, porque puedo y sobre todo porque quiero.
Y mientras tanto él me pregunta tan tierno y alegre: “Rosita, ¿en qué te puedo ayudar?”
Sé que pronto estaré tocando su cuerpo y envenenaré su espíritu entusiasta. Pero me muero y nadie se da cuenta, nadie me va a echar la culpa, nadie sabe que el demonio soy yo.

Pedagogía en la Academia de Arte en el Año 2023

Es increíble cómo no tengo nada que ver con esta gente. Pienso exactamente lo contrario a mis colegas que encuentran malo el arte bonito y bueno lo horrible. Me dicen que está mal un hombre que retrata el mar, me dicen que su trabajo no tiene contenido social y se ríen de él como viejas brujas deformando sus caras en cada mueca de desprecio. Odio que piensen que yo podría ser una de ellas.

Mejor me voy al océano a través tuyo, joven artista. Un mechón de tu repudiado pelo rubio tiene más talento que todas las personas que hacen clases en esta espantosa institución.

Las nubes, la inmensidad, la mente tranquila.

Ahora ellas ya no importan. Es momento de descansar en el agua azul.

Summer books for Katarina

Deciding what to read at what moment is an art on its own, these are five books that I love and I think they match beautifully with sunny joyful vibes:

  • Giovanni’s Room – James Baldwin

I’m reading it right now, the talent of Baldwin is superb, words flow terribly smooth. Furthermore is about this intense love story so it’s a good reference for our romance talks in the train.

  • Goddesses in Every Woman – Jean Shinoda

Shinoda is a Jungian psychiatrist and made this book identifying archetypes from the goddesses of Greek mythology. The research around it is of good quality and with Javi we’ve had so much fun talking about the different profiles, you’re totally an Artemisa, Sem is an Ares, Javi is Dionysos and I’m Aphrodite. If you like the book then you can continue with Gods in Every Man.

  • When we Cease to Understand the World – Benjamin Labatut

The only contemporary Chilean writer that is worthy of reading these days.

  • A Manual for Cleaning Women – Lucia Berlín

Amazing short stories, Berlin is a Chilean writer who spent most of her life in the US, was discovered by the mainstream quite late.

  • Astropoets – Alex Dimitrov and Dorothea Lasky

Well, you will need some zodiac stuff during summer. Dimitrov and Lasky made excellent astrological profiles and wrote poems for every sign and they are super cute.

Una izquierda en la que no se puede confiar

Llevo años suscrita a la New Left Review, si bien sus contenidos toda la vida han sido bastante fomes (la izquierda nunca ha sido divertida), me pareció importante apoyarlos como proyecto comunicacional y político.

Ahí estaba yo recibiendo mis revistitas periódicamente, leyendo juiciosa para aprender cosas nuevas y para estar actualizada de la política global. Hace un par de años por ejemplo leí un artículo excelente sobre el Sahel escrito por Rahmane Idrissa, tampoco me molestaba leer los frecuentes ensayos de David Harvey sobre capital y superávit. Sin embargo las cosas cambiaron cuando en un artículo sobre el proceso constituyente chileno, una tal Camila Vergara responde esto en una entrevista:

La desconexión con la realidad era descarada, pusieron como experta a una persona que no podía estar más perdida, que jamás anticipó la derrota electoral estrepitosa del proyecto constitucional diseñado por la izquierda chilena. Desde entonces he perdido toda la confianza y cada vez que me llega un nuevo número de la New Left Review no puedo evitar pensar que todos sus colaboradores y entrevistados pertenecen al típico perfil de izquierdista cuico con posgrados que en realidad no tiene idea de nada. Que los reportes que producen respecto a sus países son tan incorrectos como los de la chilena que juraba que sabía lo que votaría el pueblo, que aprobar era un “no-brainer”.

No me queda otra que cancelar mi suscripción. Lo peor de todo es que es tan lindo recibir una revista física periódicamente, seguir la continuidad de ciertas temáticas, ver todos los números ordenaditos en el librero, no tener que lidiar con el asqueroso internet. Pero supongo que parte central del contrato con un medio de comunicación es la confianza en que el medio está haciendo un trabajo riguroso y honesto, si aquello no se puede garantizar se vuelve inevitable sentir que te están tratando como un tonto. En este caso que estás de espectador cautivo de un circuito político elitista embriagado de mediocridad y vanidad.

Izquierdistas, ustedes son la verdadera desinformación.

SPM Posesión

Como dijeron los Mocedades: no estoy hablando yo.
Primero aparece una sospecha, luego una certeza pero la certeza no arregla las cosas. Y hay culpabilidad por sentirse alharaca y por no hacer suficiente ejercicio que es algo que podría aliviar un poco el problema.
Esto es ser mujer. Cuando no estoy en los momentos de posesión lo agradezco y, fascinada, dicto una clase bella y pretenciosa sobre los entendimientos femeninos de la mente y el cuerpo .
Pongo el fútbol, magia redentora, pero se acaba el partido y veo úteros sangrantes en el Test de Rorschach, es el momento en el que sé que esto nunca lo superaré.
Llegan las otras penas de visita y se quedan por más tiempo que el que me gustaría, como esos amigos solos que nunca se van de la casa después de un carrete y hay que poner una escoba en la puerta cuando finalmente se marchan.
Quizás debería probar con la hospitalidad, con tener un corazón abierto porque esta inmigración descontrolada no se va a detener. Emociones venezolanas déjenme en paz, o por último tratemos de ser amigas. Mi tregua son estas palabritas. Es lo único que me sale a esta hora de la noche. Mi blogcito es la ofrenda. Tengan piedad.

Tomarse la religión en serio

On the one hand, I am opposed to Richard Dawkins and Co – even those who are not so aggressive, they simply don’t get how religion works, they simply miss their target. On the other hand, I agree that when leftists accept religion, they often do it in this implicitly manipulative, even racist, way: ‘We know there is no God but in places that are a little bit more primitive you need something like religion to mobilise people. It gives people hope,’ whatever. No! I want to take things much more seriously.”

-Slavoj Žižek

Un país que no valora el trabajo duro

Sebastián Piñera y Gabriel Boric se parecen más de lo que creen. Leía el otro día una entrevista a Cristóbal Briceño concedida durante la era Piñera donde comentaba cómo los chilenos premiaban al empresario especulador haciéndolo presidente, valorando aquellas habilidades como el buen ojo para los negocios, el sentido de oportunidad, todas esas mitologías capitalistas que hacen parecer alcanzable el sueño de ser millonario a punta solamente de pillerías. Esta fantasía no es literalmente extrapolable a los contextos de izquierda actual donde el deseo de dinero no se admite públicamente, donde el tipo de capital más valorado es de un orden moral e intelectual. Pero si bien el patrimonio de Piñera no se compara con la pequeña fortuna de Boric obtenida en sus años como diputado además de la dieta vitalicia que se consiguió, sí me parece que hay un factor en común entre ambas figuras.

El actual presidente de Chile de vez en cuando es atacado en redes sociales por no tener título universitario, críticos sostienen que aquello es una de las muchas expresiones de la segregada sociedad chilena en la que una persona de clase alta apenas encuentra obstáculos en su trayectoria profesional, en este caso obtener el trabajo más importante del país teniendo apenas un diploma de estudios secundarios. Cuando estas críticas son levantadas, los seguidores de Boric defienden sus años de trabajo en la política universitaria como si eso fuera comparable a la experiencia laboral o académica, justificando así la indiferencia y postergación hacia los estudios durante los años en que estuvo matriculado en la facultad de derecho. Este blindaje que excusa las nulas credenciales intelectuales y laborales de Gabriel Boric me resulta equivalente a la fantasía que habitan los admiradores de Sebastián Piñera, es el mismo deseo y aspiración de conseguir el anhelado prestigio social a cambio de muy poco pero esta vez en territorio progresista. La seguidilla de nombramientos de gente escasamente capacitada en posiciones importantes del gobierno y ganando sueldazos sólo contribuye a alimentar este sueño en el que sin necesidad de cumplir con estándares formales es posible ser merecedor de riqueza y reconocimiento.

Como siempre, estos fenómenos de la política chilena tienen su correspondencia en Estados Unidos, modelo moral del país desde los años de la dictadura. Es el caso de la cultura que celebra a los millonarios y su supuesta forma tan especial de pensar que si las personas la incorporaran a sus vidas podrían lograr los mismos éxitos económicos, complementario a estos discursos existen millones de estadounidenses que gustan de defender las cuestionables trayectorias de personas como Elon Musk, Jeff Bezos y otros oligarcas. También es en Estados Unidos donde emergen cientos de figuras progresistas de densidad intelectual mediocre que han desarrollado sus carreras en redes sociales y no en el estudio riguroso como se podría esperar del sector político que declara la educación como una prioridad. Este desprecio al trabajo duro incluso escapa de la división izquierda-derecha y aparece en manifestaciones de corte libertario antisistémico como en el caso de las criptomonedas y la comunidad de personas que ven como algo deseable la posibilidad de que sus inversiones digitales se multipliquen sin haber hecho nada de valor.

Y pienso en la crítica de Simone de Beauvoir sobre la miopía y el cortoplacismo de los valores neoliberales, porque difícilmente un país será viable si es que todos están inventando que la flojera personal es en realidad valiosa y un ejemplo a imitar. Aquellos con interés en las políticas públicas seguramente podrán hacer múltiples proyecciones poco auspiciosas respecto al problema de una sociedad de buenos para nada. Sin embargo, mi fascinación personal es con estos engaños colectivos, con esa cobardía en la que nadie se atreve a declarar su deseo de plata y reconocimiento a cambio de nada. Ni siquiera se atreven a decir que flojear es bacán.

Dust in the Sunlight

There’s the great care Roger Federer takes to hang the sport coat over his spare curtsied chair’s back, just so, to keep it from wrinkling–he’s done this before each match here, and something about it seems childlike and very sweet.

-David Foster Wallace en Federer, Both Flesh and Not

La primera vez que vi a mi amigo Florian fue por accidente, había viajado a Den Bosch para visitar a mi amigo Cristóbal y cuando subía a dejar mis cosas entré a la habitación equivocada. Florian estaba sin polera, frente a un espejo, flaco, encorvado y a punto de cortarse un mechón de pelo con una tijera. El sol entraba por la ventana y un resplandor rodeaba su figura permitiéndome ver con nitidez el polvo suspendido en el aire, la forma de sus huesos austríacos y cada uno de sus suaves cabellos.

Toda la escena demostraba una paradójica mezcla entre torpeza y delicada motricidad. Luego entendería que esa combinación es muy propia de mi amigo, se nota cuando plancha y dobla su ropa, cuando enchufa un proyector, cuando toma una foto agarrando el celular como si fuera un niño pero componiendo una imagen hermosa.

Con la cabeza hacia el suelo pero mirándolo de reojo le pedí disculpas y le explicaba que yo era la amiga de Cristóbal que se iba a quedar unos días con ellos. No sé cómo pude hablar en ese momento porque hasta hoy pienso que aquella ha sido una de las apariciones más impresionantes que he experimentado en mi vida. Fui testigo de la cúspide de la juventud, de la transubstanciación del arte, de lo más milagroso que tiene este mundo, y se trató solamente de interrumpir al ahueonao del Florian mientras se cortaba el pelo.

El Instinto de la Clase Popular

La noción de “instinto” goza de un rechazo transversal. Sectores conservadores caracterizan el concepto como poco científico mientras grupos progresistas desestiman la idea aludiendo a que las narrativas del instinto refuerzan lógicas que ellos consideran opresivas (el instinto maternal, el instinto de supervivencia).

La existencia de un instinto no se puede evidenciar con claridad pero es una idea que sobrevive en el intercambio popular: con nuestras amigas apelamos al instinto cuando de forma inexplicable un hombre nos genera una sensación incómoda, cuando vemos a los atletas de excelencia ocupar sus cuerpos para conseguir las proezas más imposibles también hablamos de instinto. En estos y otros casos, poseer instinto es una experiencia individual que nos permite detectar lo que en primera instancia es invisible.

En las últimas semanas, dos sucesos políticos me hicieron pensar en la posibilidad de un instinto colectivo. Uno es la contundente derrota del progresismo chileno en el referéndum para cambiar la constitución y otro es la muerte de la reina Isabel II. En el primer caso, la facción perdedora se dedicó a despreciar la voluntad popular atribuyéndoles ignorancia. En el segundo caso también abundó el ninguneo intelectual hacia las masas simpatizantes de la monarquía.

Lo incuestionable: la votación más alta de la historia de Chile rechazando los valores de la izquierda progresista, el pesar nacional y las multitudes congregándose para llorar a la reina. En ambos casos fueron los sectores populares los que indudablemente protagonizaron estas dos situaciones. Considero que la excusa de la ignorancia de las masas no es apropiada para expresiones masivas de esta magnitud, porque si bien el declive educacional es un hecho en países neoliberales como Chile y el Reino Unido, no me parece que el rechazo de sus clases trabajadoras hacia los valores progresistas y a sus élites sean explicables por ignorancia. No sólo hay una evidente contradicción entre el supuesto interés por las clases populares y el desprecio al mismo pueblo cuando éste se expresa, sino que también me parece un comportamiento propio de gente de clase media y alta que no tiene conocimiento de las personas pobres más allá de quienes los sirven a diario.

Mi teoría es que en los casos de Chile y el Reino Unido se manifiesta un instinto de supervivencia, una intuición que indica que quizás la “democracia” que nos están vendiendo no nos conviene, una voz que dice que en tiempos de tecnocracia quizás es importante tener mitologías nacionales. A fin de cuentas, un instinto colectivo que entiende el mundo y toma decisiones dentro de lógicas distintas a las que se aprenden en la universidad y en sus activismos de redes sociales. Quizás son mis propios orígenes en la clase trabajadora los que ahora difícilmente me permiten participar de esa displicencia hacia un chileno que canta emocionado el himno nacional o hacia una señora que tiene un plato con la cara de Lady Di en el living de su casa.

El instinto popular existe y ordena la moralidad y sacralidad de un territorio. Siento profunda vergüenza ajena por quienes no lo pueden entender.