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Dust in the Sunlight

There’s the great care Roger Federer takes to hang the sport coat over his spare curtsied chair’s back, just so, to keep it from wrinkling–he’s done this before each match here, and something about it seems childlike and very sweet.

-David Foster Wallace en Federer, Both Flesh and Not

La primera vez que vi a mi amigo Florian fue por accidente, había viajado a Den Bosch para visitar a mi amigo Cristóbal y cuando subía a dejar mis cosas entré a la habitación equivocada. Florian estaba sin polera, frente a un espejo, flaco, encorvado y a punto de cortarse un mechón de pelo con una tijera. El sol entraba por la ventana y un resplandor rodeaba su figura permitiéndome ver con nitidez el polvo suspendido en el aire, la forma de sus huesos austríacos y cada uno de sus suaves cabellos.

Toda la escena demostraba una paradójica mezcla entre torpeza y delicada motricidad. Luego entendería que esa combinación es muy propia de mi amigo, se nota cuando plancha y dobla su ropa, cuando enchufa un proyector, cuando toma una foto agarrando el celular como si fuera un niño pero componiendo una imagen hermosa.

Con la cabeza hacia el suelo pero mirándolo de reojo le pedí disculpas y le explicaba que yo era la amiga de Cristóbal que se iba a quedar unos días con ellos. No sé cómo pude hablar en ese momento porque hasta hoy pienso que aquella ha sido una de las apariciones más impresionantes que he experimentado en mi vida. Fui testigo de la cúspide de la juventud, de la transubstanciación del arte, de lo más milagroso que tiene este mundo, y se trató solamente de interrumpir al ahueonao del Florian mientras se cortaba el pelo.

El Instinto de la Clase Popular

La noción de “instinto” goza de un rechazo transversal. Sectores conservadores caracterizan el concepto como poco científico mientras grupos progresistas desestiman la idea aludiendo a que las narrativas del instinto refuerzan lógicas que ellos consideran opresivas (el instinto maternal, el instinto de supervivencia).

La existencia de un instinto no se puede evidenciar con claridad pero es una idea que sobrevive en el intercambio popular: con nuestras amigas apelamos al instinto cuando de forma inexplicable un hombre nos genera una sensación incómoda, cuando vemos a los atletas de excelencia ocupar sus cuerpos para conseguir las proezas más imposibles también hablamos de instinto. En estos y otros casos, poseer instinto es una experiencia individual que nos permite detectar lo que en primera instancia es invisible.

En las últimas semanas, dos sucesos políticos me hicieron pensar en la posibilidad de un instinto colectivo. Uno es la contundente derrota del progresismo chileno en el referéndum para cambiar la constitución y otro es la muerte de la reina Isabel II. En el primer caso, la facción perdedora se dedicó a despreciar la voluntad popular atribuyéndoles ignorancia. En el segundo caso también abundó el ninguneo intelectual hacia las masas simpatizantes de la monarquía.

Lo incuestionable: la votación más alta de la historia de Chile rechazando los valores de la izquierda progresista, el pesar nacional y las multitudes congregándose para llorar a la reina. En ambos casos fueron los sectores populares los que indudablemente protagonizaron estas dos situaciones. Considero que la excusa de la ignorancia de las masas no es apropiada para expresiones masivas de esta magnitud, porque si bien el declive educacional es un hecho en países neoliberales como Chile y el Reino Unido, no me parece que el rechazo de sus clases trabajadoras hacia los valores progresistas y a sus élites sean explicables por ignorancia. No sólo hay una evidente contradicción entre el supuesto interés por las clases populares y el desprecio al mismo pueblo cuando éste se expresa, sino que también me parece un comportamiento propio de gente de clase media y alta que no tiene conocimiento de las personas pobres más allá de quienes los sirven a diario.

Mi teoría es que en los casos de Chile y el Reino Unido se manifiesta un instinto de supervivencia, una intuición que indica que quizás la “democracia” que nos están vendiendo no nos conviene, una voz que dice que en tiempos de tecnocracia quizás es importante tener mitologías nacionales. A fin de cuentas, un instinto colectivo que entiende el mundo y toma decisiones dentro de lógicas distintas a las que se aprenden en la universidad y en sus activismos de redes sociales. Quizás son mis propios orígenes en la clase trabajadora los que ahora difícilmente me permiten participar de esa displicencia hacia un chileno que canta emocionado el himno nacional o hacia una señora que tiene un plato con la cara de Lady Di en el living de su casa.

El instinto popular existe y ordena la moralidad y sacralidad de un territorio. Siento profunda vergüenza ajena por quienes no lo pueden entender.

Cómo conocer gente pobre

En los últimos años ha emergido una renovada necesidad entre circuitos de izquierda de demostrar conocimiento legítimo y creíble acerca de la clase popular. Esto es motivado principalmente por entornos en los que estos profesionales compiten por jugosos cargos en gobiernos y fundaciones, además de una tendencia global centrada en las identidades y que valora las experiencias de primera mano como factor de validez.

Las siguientes propuestas te permitirán embarcar en acciones concretas para involucrarte en los entornos de la gente pobre. Con cada una de estas estrategias tendrás la oportunidad de acceder a recursos como: lenguaje de gente pobre, preocupaciones de gente pobre, formas de vestir, pronunciación y otros:

  • Invitar al repartidor de Uber Eats a tomar algo

Estrategia sencilla para la cual no necesitas moverte de tu casa siquiera. La informalidad de su vínculo laboral le otorgará a la persona pobre la flexibilidad horaria para aceptar comida y bebida gratis ofrecidas por un desconocido.

  • Conseguir un trabajo que implique actividad física

Construcción, limpieza, labores de mantenimiento, son algunas de las áreas en las que personas pobres suelen trabajar. Trabajos centrados en enviar correos electrónicos no sirven.

  • Viajar a un país del tercer mundo con altos índices de secuestros y ser capturado

Una desventaja de esta táctica es que accedes sólo a la dimensión criminal de la pobreza pero es altamente probable que esta experiencia te dote de una alta credibilidad popular que, después de ser liberado, podrás maximizar demostrando empatía con tus secuestradores y sus motivaciones.

  • Iniciar un emprendimiento como prestamista

Un elemento central en la vida de las personas pobres es que necesitan dinero de forma urgente. Un potencial negocio de préstamos es posible rebrandearlo como micro crédito o cooperativa financiera, de esta forma mantendrías un sello social en esta práctica.

 

*No es recomendable*

  • Entrar a círculos activistas

En estos espacios sólo encontrarás gente de clase media y clase alta en tu misma misión y nadie realmente pobre.

  • Acudir a tu compañero pobre de universidad

Esta persona es una excepción dentro de su demografía y probablemente quiere dejar de ser pobre, por lo que no accederás a la experiencia que anhelas. Lo mismo ocurre si es que tienes un colega de origen pobre.

  • Compartir contenido relacionado a la pobreza demasiado explícito en redes sociales

Una vez que logres tu cometido de haberte relacionado con gente pobre debes ser sutil al momento de exhibir tus nuevos conocimientos en público. No quieres ser como la gente que viaja a sacarse fotos con los africanos.

  • Unirse a los mormones o a los evangélicos

Estrategia segura para conocer pobres pero difícil de compatibilizar con idearios progresistas anti religiosos. Sería como unirse a la policía.

 

Ser de izquierda en el siglo XXI, un estilo de vida.

Descansa en paz, Zalo

Las emociones desbordadas del hombre, el animal tranquilo que según Nietzsche nos inspira tanta envidia. La búsqueda incansable del amor.

Una nueva oportunidad para las teorías de mala calidad

En medio de la investigación para el proyecto Vigilancia en el Antropoceno me encontré con esta cita de Benjamin Bratton que es parte su libro The Terraforming (traducción mía):

“Un colega presentó una diapositiva con dos imágenes adyacentes para demostrar una equivalencia de cómo el capitalismo tecnocientífico disciplina a los cuerpos usando técnicas de vigilancia: una tarjeta RFID para acumular puntos en el supermercado al lado de un diagrama de cuerpos dispuestos en un barco transatlántico de esclavos. Ese tipo de analogías simplificadas proponen inferencias basadas en similitudes visuales superficiales, correlaciones débiles, argumentación circular, y un lamentable pensamiento ahistórico. Este ejemplo es extremo, pero la sobreinflación del concepto de “vigilancia” (y en consecuencia la sobreinflación de los supuestos remedios explorados por el arte y el diseño) es demasiado invasiva y políticamente derrotista”.

Inmediatamente pensé que, como investigadora de tecnología, podría tener una pequeña fortuna si me dieran un euro por cada vez que he tenido que ver la imagen del planisferio terrestre donde superponen la red global de cables de internet con las rutas de los barcos de los imperios colonizadores. Es especialmente absurdo el tono con el que esta “evidencia” es presentada, como si solamente la similitud visual fuera un signo inequívoco de la conectividad digital como aparato colonizador.

No es mi intención detenerme en las falencias de estas equivalencias pobres, como su mediocridad investigativa o la conveniencia económica de plantear la existencia de un planeta fallido a nivel estructural que al parecer sólo se puede arreglar con las asesorías de esta gente. Esta vez me interesa relacionar aquello con un tópico que llevo años explorando en mi práctica artística mediante el proyecto Digital Witchcraft: la tendencia que tenemos los seres humanos a ver sólo lo que queremos ver. He citado hasta el cansancio a Raúl Ruiz quien en sus textos teóricos habla de cómo en la sala de cine “cada uno ve su propia película”, afirmación que apela a una subjetividad inevitable que nos hace asociar lo que observamos con elementos de nuestra propia historia, personalidad, intereses y otros. Este tema lo he analizado ampliamente en los diversos oráculos digitales que he diseñado, donde uso la idea de adivinación como un portal no hacia mis opiniones personales sino que hacia el inconsciente del espectador.

El psicoanálisis también resulta congruente con estas ideas, específicamente sus técnicas proyectivas como el test de Rorschach en el cual el paciente debe identificar formas en láminas que contienen manchas de tinta. Muchos misticismos también utilizan esta lógica como es el caso del horóscopo y el tarot, modelos narrativos lo suficientemente universales como para entretenerse por horas sacando conclusiones relacionadas con nuestra vida personal. Tampoco es una idea muy distinta a escuchar canciones en la radio y conectarlas con la pena de amor del momento. O aquel viaje en auto por la carretera que realizaba el detective Frank Drebin en Naked Gun en el cual todos los elementos del paisaje le recordaban a su amada.

Everywhere I go, something reminds me of her

Adoptar esta mirada permitiría que las correlaciones de mala calidad que describe Bratton y que sufrimos a diario en entornos académicos y adyacentes, tengan una segunda vida como ejercicios psicoanalíticos de metodologías proyectivas, no necesariamente para analizar a estos profesionales del trauma que ven colonialismo/patriarcado/vigilancia en todos lados (sería realmente una pésima idea ya que por lo general se trata de personajes de una clase media profundamente aburrida y acomplejada), sino para reflexionar sobre los múltiples factores que nos arrastran hacia determinadas posiciones teóricas. Personalmente me ha ayudado bastante examinar las trayectorias de mis opiniones y resentimientos, evaluar cuándo estoy proponiendo algo con seriedad y no con el fin de superar alguna circunstancia autobiográfica o de conseguir el beneplácito de una institución. Es más, considero que esta práctica me ha llevado a territorios del pensamiento  que son novedosos y rigurosos, que no están centrados en mí misma sino en un honesto amor por el conocimiento. Finalmente, esta perspectiva nos ayudaría a rescatar el comparatismo bien hecho, que según mi experiencia en los estudios literarios comparados, debe partir rechazando las ideas totalizantes, pues semejantes afirmaciones requerirían investigación a la altura y no meras tincadas que caben en un estado de redes sociales.

No puedo creer que Lucho Jara se haya ido de Chile

Realmente me tomó por sorpresa la noticia, me lo contaron muy a la pasada, sin ningún sentido de importancia y con un dejo de humor. El cantante chileno Luis Jara había tomado la decisión de irse del país y radicarse en Miami, vendió su casa, llevó a toda su familia con él, se compró un departamento en Key Biscayne y declaraba en la prensa que no tenía intenciones de volver.

No estoy muy orgullosa de esto, pero siempre me consideré parte de la diáspora de chilenos que se fueron del país motivados por un resentimiento y una fuerte oposición hacia el modelo neoliberal y su cultura de bajo nivel. Una posición muy extendida no sólo entre estos grupos migrantes sino también entre élites de izquierda que continuan en Chile y que de forma habitual gustan de comentar lo bien que se vive en Europa, la ordinariez de los mall y el asco hacia la falta de educación del sujeto popular.

Luis Jara, por su parte, parecía un hijo sano del Chile post dictadura: éxito profesional como conductor de televisión y como cantante, cariño de la gente (demostrado en una excelente presentación en el Festival de Viña 2016), vida familiar establecida en una casa en Chicureo donde llevaba viviendo veinte años y sobre todo una naturaleza inequívocamente chilena plasmada en su personalidad y en la estética del arte que produce. Su partida entonces no resulta coherente con la idea de un Chile, si bien desigual, óptimo y agradable para quienes habían alcanzado una posición de privilegio.

Este caso me llevó a profundizar en la fascinante comunidad de celebridades chilenas que se fueron a vivir a Miami, revisé los procesos del actor Felipe Viel, del cantante Douglas y de mi ídolo del fútbol Iván Zamorano. Ellos y sus familias forman parte de un éxodo que partió hace más de cinco años y hoy todos viven en casas bastante parecidas a las de Chicureo y se distraen con panoramas no muy distintos a los que tenían acceso en Chile: ir a comprar al mall, organizar asados y de vez en cuando hacer una actividad propia de la clase acomodada como jugar al golf o andar en lancha.

Me puse a pensar qué cosas tienen en común los chilenos de Miami y llegué a unas conclusiones: a Luis Jara lo han acosado toda la vida por feo, porque se operó la nariz, porque habla inglés mal; Felipe Viel es un descendiente de aristócratas cuya vocación artístico-televisiva no debió caer bien en su entorno familiar; Iván Zamorano a pesar de ser un futbolista excelente y un orgullo del deporte nacional soportó años de roteo además de múltiples burlas por su forma de hablar; Douglas también era motivo de sorna por cantar música cebolla y por supuesto por el pecado mortal de llamarse Douglas Rebolledo.

Los famosos chilenos en Miami podrían ser la prueba de que el autoexilio de tantos chilenos no responde solamente a asuntos de índole material como quienes se van a estudiar a Argentina porque es gratis, quienes trabajan en California porque pagan mejor, quienes se radican en París para acumular capital cultural. Mi impresión es que desde Miami ellos hacen visible una motivación aún más transversal que ha experimentado la mayoría de esta triste diáspora global, esa motivación es el entorno insoportable compuesto de burlas, opiniones no solicitadas e incluso el sabotaje hacia quienes no quieren ajustarse al orden cultural de una comunidad determinada. En mi opinión esta es una característica tan primordial de la identidad chilena, aquel fenómeno en el que tu propio entorno se articula automáticamente para controlar cualquier divergencia, no fue la clase alta la que más festinó con Zamorano o con el mal inglés de Jara, sino personas de los mismos entornos populares de donde ellos provienen. Un caso similar puede ser el del sociólogo Alberto Mayol, constantemente criticado por sus propios pares y por los mismos circuitos de izquierda que él frecuentaba por razones absurdas como salir mucho en televisión y por escribir con demasiada celeridad sus libros sobre la contingencia política, todo esto termina con Mayol emigrando a España dejando atrás codiciadas posiciones académicas y una sólida presencia en medios de comunicación.

Este modelo relacional tiende a perpetuar sistemas estancados y mediocres. Es un modelo incompatible con el dinamismo que un país necesita para progresar. Miami es un lugar horrible, hay que ir en auto a todas partes, es sumamente segregado, todo se centra en el consumo, está lleno de gente ignorante y cualquier día te pueden matar en un tiroteo, a pesar de esto, en comparación con Chile, Miami emerge como un refugio amigable y apto para un desarrollo personal más pleno y una vida familiar bastante más sana comparado con lo que se puede aspirar en la copia feliz del Edén.

Hoy es común ver en los diarios de circulación nacional cómo los profesionales exitosos son tentados con la opción de vivir una vida mejor en Estados Unidos y formar parte de estas comunidades del mundo del entretenimiento y los negocios. En los sectores más intelectualizados que tienen una larga tradición de fantasear con Europa y con la posibilidad de disfrutar los frutos de su socialdemocracia, el interés ya no es sólo de veinteañeros queriendo pasar una temporada en alguna universidad para volver al año y creerse cosmopolita en algún sucucho de Ñuñoa, hoy abunda la gente dispuesta, tal como los chilenos de Miami, a experimentar el trauma de cortar de forma permanente los lazos familiares, sociales y profesionales para empezar todo de nuevo, muchas veces en condiciones menos prestigiosas que las que se detentaban en Chile, incluso he sabido de abogados especializados en buscarte alguna nacionalidad europea y de amigos utilizando ese servicio que hoy esperan ansiosos el anhelado pasaporte. En múltiples ocasiones se planteó que Chile era un buen lugar para quienes habían alcanzado una posición de privilegio, sin embargo hoy hay un éxodo masivo que demuestra todo lo contrario y en un país cada día más pobre y más odioso no se ve muy esperanzador el proceso de reemplazo de esta clase de profesionales que simplemente decidió mandarse a cambiar.

¿Por qué hay tantos artistas buenos que se acercan a ideas de derecha?

Siempre ha sido notorio el resentimiento de los sectores de derecha por tener muy pocos referentes culturales que adscriban a sus ideas. Por otro lado a la izquierda nunca le faltan nombres en el mundo del arte con quien aliarse para sus propósitos políticos.

Sin embargo, existen no pocos casos de artistas extremadamente talentosos que, por lo general cuando ya están viejos, comienzan a adoptar ideas propias de las facciones conservadoras.

En un principio es difícil entender casos como el de Yukio Mishima, uno de los mejores escritores del siglo XX, una persona con una evidente sensibilidad para registrar lo más profundo de la condición humana, y su decisión de dedicar los últimos años de su vida a formar un ejército paramilitar ultranacionalista y finalmente suicidarse en medio de un fallido golpe de estado.

O el caso de Morrissey, cantante que magistralmente interpretó ideas en clara conexión con la justicia social como el odio al trabajo y la brutalidad de la industria de la carne, y que en los últimos años ha manifestado su preferencia por ideas que son interpretadas como conservadoras.

En mi opinión, esta aparente disociación no es tal. Los artistas buenos son buenos por su visión anti conformista, una condición que en los más talentosos excede las lógicas partidarias. De esta forma se explican situaciones como la relativa simpatía de Jorge Luis Borges por los gobiernos autoritarios o la ferviente religiosidad católica de Gabriela Mistral.

Considero además que el complemento de todo esto es el carácter tradicionalista al interior de los organismos oficiales de izquierda, los cuales combinan una moral que privilegia la victimización con la presencia de individuos que, desde el trauma o la legítima convicción, vieron como un objetivo final la posibilidad de encontrar un lugar de trabajo y una red de relaciones útiles y estables. Por lo mismo, estos grupos de izquierda, condenan firmemente a quien cuestione sus ideas políticas, ideas que en cierto punto, se transformaron en dogmas tan infranqueables como los del partido más de derecha. Un ejemplo muy claro de esto es la crítica severa que recibió Raúl Ruiz por su película Diálogos de Exiliados en la que satirizó a la comunidad que vivía en Francia escapando de la dictadura de Pinochet, caracterizándolos como flojos, altaneros y totalmente desconectados de la realidad popular.

Finalmente, la contradicción obedece a que se trata de un problema de dos esferas pertenecientes a órdenes demasiado distintos: el arte y la política. En consecuencia, creo que este análisis permite distinguir a los artistas que se aproximan al arte como un trabajo racional en contraposición con aquellos que son artistas por razones casi espirituales, porque no lo pueden evitar. Los primeros encajan bien en la orgánica partidaria con sus obras “con significado social”, y los segundos difícilmente podrían comprometerse con una militancia política tradicional porque, en palabras de Andrei Tarkovsky, son sirvientes de aquella fuerza que los hace crear.

No es que Morrissey, Mishima o Knut Hamsun se hayan vuelto seguidores de las ideas de Milton Friedman, por supuesto que no. Por el momento simplemente siento mucha curiosidad por el proceso que los lleva a seguir esas ideas fachas, lo asocio un poco al momento en que las visiones progresistas del pasado se convierten en el establishment del presente. Evidentemente los mejores artistas nunca serán el establishment, mucho menos las víctimas de nadie, son personas poseídas por una fuerza pionera que realmente los deja en las posiciones más inesperadas del compás político.

Acercándome peligrosamente al autoritarismo :S

Vuelta al materialismo

En estos tiempos donde cualquier cosa es motivo de una reivindicación afectada y traumafílica, es importante volver a la lucha por las condiciones materiales de las mayorías en lugar de pretender que todo el mundo adore nuestra individualidad.

Irie Jones, precioso personaje de White Teeth de Zadie Smith:

We are so convinced on the forgiveness of ourselves and the goodness of our love we can not bear to believe that there might be something more worthy of love than us, more worthy of worship. Greeting cards certainly tell everybody deserves love. No, everybody deserves clean water, not everybody deserves love all the time.

Strategic Network Manager, an exchange with David Graeber

Most of us like to talk about freedom in the abstract, even claim that it’s the most important thing for anyone to fight or die for, but we don’t think a lot about what being free or practicing freedom might actually mean  What a genuine free society might actually be like?

David Graeber in Bullshit Jobs

On 2017, David Graeber was doing research for his last book Bullshit Jobs, we had a brief email exchange about it and I shared with him my involvement within a bullshit scheme. He was super nice, gave me some comments and it was really cool to experience how approachable he was.

A bullshit job is a pointless occupation, nor the worker nor the employer can justify its existence and, moreover, both feel obliged to pretend that this is not the case. The existence of these jobs is problematic because they constitute most of the workforce and their purpose is basically just to maintain decadent capitalistic morals of competition and power. Also, Graeber explains that bullshit jobs are a form of psychological violence, because it is certainly not nice that such a ridiculous arrangement where you will never find fulfillment is central to your life.

While the book mostly focus on the private sector, I said to David that bullshit jobs exist in the not-for-profit world too, and while he knew about scams within charity circuits we agreed that my experience was a more sophisticated type of bullshit cycle. I’m not going to share the whole exchange, I actually censored some parts of my message to avoid conflama but hopefully this tiny think piece on exploitative business models in the philanthropy world can ignite some change.

I’ve been thinking a lot on Graeber’s work since he passed away a couple of weeks ago, I reflected on how important his work was for me, I even shared some of his ideas with my students yesterday. His level of clarity and theoretical innovation is my inspiration and I hope I can adopt that spirit for my own practice. It’s weird but I also have to admit that I felt some satisfaction, some comfort of being informed about his death by many friends. It was comfort about being effective in transmitting his vision, that for sure is his merit for his capacity to synthesize complex philosophical theories and connect them with real people affairs, a level of clarity that even stays in the minds of drunk, stoned millenials. Again, being just a bit like him would be a dream for me.

Rest in power, legend.


Dear David

I’d like to share my experience in a bullshit job.

I worked in a Latin American non-profit dedicated to ▓▒░(°◡°)░▒▓. Among the subjects this organisation claimed to cover were ┬─┬ノ( º _ ºノ), (x(x_(x_x(O_o)x_x)_x)x) and ଘ(੭ˊᵕˋ)੭* ੈ✩‧₊˚. All really relevant issues, however, in strictly practical terms, all these well-intentioned objectives are meaningless in the industry of international NGOs. A bullshit industry.

Most of the funding to do this ▓▒░(°◡°)░▒▓ work comes from big international foundations such as the Soros or the Ford Foundation, also from governmental «aid» programs of wealthy countries such as the United States, the Netherlands or Sweden. They give funds to intermediary organisations, most in the first world too, they keep a big piece of the cake (I’ve even seen grants of 11 million dollars!) and the rest is given to organisations like the one where I worked, which claims to be a regional institution and it is based in South America.

But the chain doesn’t finish there. My job was to receive those funds, keep a big part of them for the organisation and spend the minimum possible contracting the actual work (as educational workshops, research, lobbying) to local parties.

It would not be uncommon to see a flow of money like the following:

        • Big donor gives global NGO based in the US 11M USD to do local work in the global south
        • NGO based in the US subgrants 50K to regional NGO (where I worked)
        • Regional NGO pays less than 1K USD to local researcher or trainer and then reports her work to the global NGO so they can report it to the big donor.

Since university I’ve been a feminist activist and participated in a lot of anti-capitalist instances. I honestly thought that working in an NGO would be much less depressing than in the private sector (been there too and it was hell), but the structure I’ve just described is practically taken from a manual of exploitation and colonialism. Sometimes I think I would prefer to do that kind of job in a corporation that is openly parasitical since the narrative of the supposedly benevolent «human rights» industry makes everything worse, these people love money and power as much as a regular CEO and it is obvious how convenient it is for everybody that the problems these people claim to be solving stay unresolved.

Congratulations on your work, I loved The Utopia of Rules. Hope my testimony is helpful :)

Danae

GPG encrypted communication and its literary possibilities

In this text I will describe very briefly the process of encrypted communication, specifically the GPG protocol which is used worldwide by people who need to protect their emails and the possibilities of this process for the scholarly analysis and the reading of literary texts.

(Continued)

Comuna de El Bosque

quisiera hacer un elogio
de la inmundicia, la miseria, la droga y el suicidio:
yo, poeta marxista privilegiado,
que posee instrumentos y armas ideológicas para combatir

-Pier Paolo Pasolini

Utopian deepfakes

No technology will solve a social problem, that’s a lesson I’ve learned after years of working on public interest tech and its intersection with art and activism.

While deepfakes and synthetic media in general, represent a new threat for democracies worldwide, it is the emergence of fascism in digital environments, a cultural phenomenon, the one that has facilitated and promoted the dissemination of fake content despite its visual accuracy.

In South America for example, fake content promoted by fascists is not really sophisticated visually, however, it has been useful for the spread of ideologies of hate that have installed conservative and authoritarian right-wing regimes in places such as Brazil, Chile, and Bolivia.

I think we need an affirmative vision rather than a palliative approach that will alarm society on the problematic consequences of synthetic media. I believe we are in front of a technology that provides us with an unique opportunity to release our imagination and address a millenary philosophical question: what is reality?

I have a vision of deepfakes that will advance communist horizons. Fictitious devices that will address central struggles of our time. I want to project those utopian visions in the form of deepfakes.

Extraordinary holiness

El 2019 cumplí mi sueño de conocer Cuba. Pasé mi cumpleaños en Tokio, canté In the End en un karaoke de Nueva York con el Javi y fui a la fiesta de mis sueños en Manchester <3

En la oscuridad se encuentra de todo

En la luna

Vive una liebre

Que fabrica el elixir de la inmortalidad

Pero no se lo entrega a cualquiera

Las criptomonedas no te han hecho rico
y la universidad fue una estafa
no serás un carismático líder político
pero por más que lo desees tampoco serás un empresario

Una serpiente se está enrollando en tu cuerpo
y te preguntas a dónde se fueron todas las mujeres.
Estás en el computador divulgando esas conspiraciones hediondas a soledad
que ya ni siquiera enojan a la gente.

Hoy te quiero decir
Vuelve
Eres bienvenido
En serio
Vuelve
No me digas que no
Vuelve
Vuelve

¿Pero qué podría ofrecerte yo?

Perdona si esto da la impresión de que mi pensamiento está hablando por ti
en Rotterdam hoy están lloviendo hachas y a los cinco minutos está saliendo el sol.

Gatito montés de los semidesiertos
Depredador esquivo
Al menos deberías saber
que voy a recordar por siempre

Todas las veces que me defendiste

De la gente que no me soportaba

Por bailar al ritmo

De nuestra propia canción

Feminist essentials <3

Mi amiga Daniela, neurocientífica brillante, me pidió hace unas semanas recomendaciones de literatura feminista. Me emocioné con la petición y con la humildad de mi amiga. Sentí que a veces me pongo tan perdida en sofisticaciones filosóficas que se me olvida lo más básico: todas esas autoras fantásticas gracias a las que estoy donde estoy.

Así que pongo acá las recomendaciones que hice para que no se me olviden nunca <3

(Continued)